A veces llegamos a pensar que nuestra cartera está vieja o en mal estado y lo que ocurre es que necesita una limpieza profunda. Si le das a tus carteras la limpieza adecuada, te sorprenderá saber cómo pueden lucir como nuevas, así que antes de regalarlas o desecharlas, asegúrate de limpiarlas de una manera correcta y entérate de cómo hacerlo gracias a este artículo.
- Cuando la cartera es de gamuza, debes saber que es de un material sumamente delicado que puede arruinarse muy fácilmente. Evita que esto suceda manteniéndola limpia, así que primero elimina el polvo con un cepillo de cerdas suaves, después utilizas un poco de soda en la mancha y frotas con un cepillo que esté limpio. Procura que los movimientos sean suaves. Guarda tus carteras de gamuza dentro de papel periódico para evitar manchas nuevas o algún daño.
- Si tienes carteras de cuero, para limpiarla sólo necesitas alcohol y algodón. Humedece el algodón con alcohol y da toques en la cartera en aquellas partes que estén sucias. El movimiento de limpieza debe ser suave y que sean toques, ya que si frotas puedes hacer que la mancha se corra y la cartera se dañe. Cuando las manchas hayan salido, puedes humedecer otro algodón con un poco de aceite y aplícalo en las zonas donde echaste el alcohol y luego con otro algodón limpio seca el exceso.
- Si tienes una carteta sintética, debes tener cuidado porque este material es mucho más propenso a dañarse muy rápido si no lo cuidas, incluso el cuero es más resistente. La manera de limpiar este tipo de carteras es la misma como si fuesen de cuero. Debes saber que debes evitar guardar estas carteras a la luz del sol, así su piel no se cuartará. Puedes también limpiarla con un poco de champú y agua.
- Si tienes una cartera de plástico, tienes opciones infinitas de limpieza. El plástico es muy buen material y puedes limpiarlo con casi cualquier cosa. Lo mejor que puedes hacer es limpiar tus carteras con agua y jabón de lavaplatos, logrando eliminar hasta el sucio más antiguo.
- Si tu cartera es de tela, debes mezclar agua tibia, un poco de amoniaco, y un poquito de tu lavavajillas. Con un cepillo debes frotar suavemente hasta eliminar las manchas de suciedad, con un trapo que esté limpio quita el resto de la espuma y dejas secar en la sombra.